Cultivar la tierra para obtener sus frutos es una práctica llevada a cabo por la humanidad desde hace miles de años. El hombre ha sabido vivir en la tierra y de la tierra, formando parte de sus ecosistemas y contribuyendo, con su actividad y la actividad agrícola, al ciclo elemental de la vida. La tierra recibe la vida y los alimentos de las plantas, animales y personas que a su vez viven de ella. Este ciclo hace que la horticultura sea una práctica sagrada y elemental para entender la vida como tal y nuestra existencia en la tierra.
Sin embargo algo que los agricultores siempre habían hecho siendo respetuosos con la tierra, finalmente por varias causas el hombre lo ha desvirtuado en pro de los intereses de unos pocos. La introducción de los cultivos convencionales en un modelo de mercado capitalista presenta un escenario donde La tierra se sobre-explota, se desvirtúan los productos de temporada, se manipulan y alteran genéticamente las semillas, se usa y abusa de productos químicos y pesticidas y se rompen los ciclos de alimentación y los ecosistemas. Por consiguiente, la agricultura convencional es una agricultura desnaturalizada e insostenible que castiga la tierra y no logra obtener de ella los frutos que merece la humanidad, los ecosistemas y cada uno de nosotros.
La agricultura ecológica está basada en el cultivo de las plantas sin el uso de productos químicos de síntesis y asegurándose de que sus semillas no hayan sido manipuladas genéticamente. La horticultura ecológica es una manifestación clara en la lucha por un mundo mejor, es querer hacer productos sanos y organolépticos, es decir, con color, olor y sabor, como antiguamente que una manzana sabía a manzana y un melocotón sabía a melocotón. La horticultura ecológica es respetar el ciclo elemental de la vida, es respetar otras vidas y respetarse a uno mismo, es negarse a contaminar el suelo con venenos químicos, es volver a entender la naturaleza y nuestra existencia en ella. Es un modelo sostenible, rentable y potenciador de la economía local, es volver a los productos de temporada, al mercado y al consumo responsable. La agricultura ecológica no es sólo una forma de cultivo, es una filosofía de vida, una actitud de pensamiento y una vuelta a nuestros orígenes, aquellos que duraron miles de años y que parecía que habíamos olvidado.
top